Conócenos más
Historia del Colegio de Nuestra Señora de las DeliciasEste Colegio nació por iniciativa del matrimonio formado por doña Pilar Sainz Hernando y de don Pedro Sánchez Blanco que, al no tener descendencia, decidieron dedicar sus bienes a la formación de los jóvenes.
Fallecida doña Pilar Sainz el 11 de septiembre de 1901 sin haber iniciado siquiera la obra don Pedro encarga en su testamento a sus albaceas que con sus bienes constituyan un Patronato que rija la construcción y organización de un Asilo de Artes y Oficios para niños y niñas naturales de Madrid, huérfanos, por tanto necesitados, donde sean educados e instruidos para ser en el día de mañana unos buenos ciudadanos. Se denominaría “Institución de Nuestra Señora del Pilar”. La enfermedad del fundador le impidió especificar más detalles que dejó a la libre voluntad de sus testamentarios a los que sí recomendó que se diesen cuenta de la variedad de instituciones dedicadas en Madrid a la educación.
El 30 de noviembre de 1902 falleció don Pedro Sánchez Blanco. Sus albaceas comenzaron inmediatamente a poner en obra sus deseos. En una parcela de su propiedad en el Ensanche de Madrid, lindando con los terrenos de la Compañía de Ferrocarriles de Cáceres y Portugal, en el Paseo de las Delicias, entonces era el número 11, se inició la construcción del Asilo. Se adquirió para su expansión una parcela colindante denominada la “Jabonera” y se compró al Ayuntamiento de la Villa y Corte una parte de terreno de la vía pública para el alineamiento de la finca.
El edificio, pensado por don Pedro Sánchez en torno a un capilla en cuya cripta pudiesen reposar sus restos junto con los de su esposa y los de su madre doña Carmen Blanco, se fue levantando a instancias de los albaceas y después del Patronato integrado por los dos parientes varones más próximos uno de cada familia de los fundadores. Ellos decidieron que, dada la cantidad de instituciones dedicadas a la educación de niños, el Asilo fuese sólo para niñas, veinticinco, eso sí huérfanas y naturales de Madrid. El Patronato correría con los gastos de su internado y su instrucción. El capellán y las Hermanas de la Caridad se ocuparían atentamente de ellas.
Hacia 1922 debía de estar ya la obra en marcha. La labor asistencial continuó hasta 1936 en que los bienes de la Fundación fueron incautados y también el edificio. No sabemos qué fue de la obra educativa, pero sí que el edificio estaba en 1939 muy estropeado, habían desaparecido muchos enseres y, sin embargo, había otros que no pertenecían al Patronato.